La canción que lanzó al estrellato a Francisco, el cantante valenciano que triunfó en España y, en menor medida, en América. Además, le sirvió para darle un cierto aire de bohemio sentimental y conquistador, una especie de "Puma" a la española. No consiguió que Manuel Alejandro le escribiese un disco, y se tuvo que limitar a versionar, en formato medley, éxitos del compositor que llevaron a la fama otros cantantes. Su poderosa voz le permitió incursionar en el género lírico, pero para el aficionado siempre será ese "latino vagabundo solitario al Sol".
"No es por casualidad que yo tenga el color
Del trigo en el verano.
No es por casualidad que tenga yo mi hogar
Junto al Mediterráneo.
Que sienta el corazón como una bendición
Que guarda mis anhelos.
Para colmar de amor, de fuego y de ilusión
A la mujer que quiero.
Latino tengo el calor de una copa de vino.
Mitad señor, mitad correcaminos.
Como una estrella sigo mi destino.
Bohemio con la mirada de un loco risueño.
Algo poeta y forjador de sueños.
Un vagabundo solitario al Sol.
No es por casualidad que yo sienta el amor
De forma diferente.
No es por casualidad que viva la pasión
Apasionadamente.
Que no pueda guardar jamás fidelidad
Y de ello se deduce.
Que tras de una pasión no es oro en el amor
Todo lo que reluce.
Latino tengo el calor de una copa de vino.
Mitad señor, mitad correcaminos.
Como una estrella sigo mi destino.
Bohemio con la mirada de un loco risueño.
Algo poeta y forjador de sueños.
Un vagabundo solitario al Sol.
Latino tengo el calor de una copa de vino.
Mitad señor, mitad correcaminos.
Como una estrella sigo mi destino.
Bohemio con la mirada de un loco risueño.
Algo poeta y forjador de sueños.
Un vagabundo solitario al Sol."
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