Canción escrita por Manuel Alejandro que José Luis Rodríguez, el Puma, sacó todo el provecho posible de semejante monumento de composición. Una letra espléndida, una melodía de arrebatadora fuerza y unos arreglos perfectos: faltaba la voz que encumbrase la canción a la categoría de obra maestra. Y nadie mejor que el Puma para conseguirlo. Inmejorable.
"No soy yo el que hace crecer tu alegría
y ocupa en tu vida un lugar especial.
No soy yo el que te hace soñar con la luna
y ver en la lluvia gotas de cristal.
No soy yo ese a quien tu le dices mi dueño
no soy solo un perro que tus haces saltar.
Y que buscas Cuando sientes ganas
de un hombre que te haga sentir de verdad.
Dueño de ti, dueño de que
dueño de nada
un arlequín que hace temblar
tu piel sin alma.
Dueño del aire y del reflejo
de la luna sobre el agua.
Dueño de nada, dueño de nada.
No soy yo el que siempre comparte tu vida
tus penas y risas y tu realidad.
No soy yo el que pasa las noches en vela
cuando la tristeza Perturba tu hogar.
No soy yo ese a quien tu le dice mi dueño
yo soy solo un perro que tu haces saltar.
Y que buscas cuando sientes ganas
de un hombre que te haga sentir de verdad.
Dueño de ti, dueño de que
dueño de nada
un arlequín que hace temblar
tu piel sin alma.
Dueño del aire y del reflejo
de la luna sobre el agua.
Dueño de nada, dueño de nada."
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