miércoles

ABBA "EL VIAJE"


Es indudable el aura mágica que rodea el retorno de ABBA. Como si el mismo cuarteto que hace 45 años se subió a un helicóptero Bell 47 para elevarse hasta la estratósfera del pop con Dancing queen y Knowing me, Knowing you (Arrival, 1976), aterrizara hoy en una cápsula espacial luego de haber navegado galaxias lejanas con el tiempo terrestre congelado. “Cuando llegamos al estudio después de 39 años, fue como si no hubiera pasado el tiempo... nos lo pasamos muy bien”, comentó Andersson una vez iniciadas las grabaciones del nuevo LP.

En el intertanto, su cancionero -al igual que el de coetáneos como los Bee Gees y ELO- se revalorizó, sus éxitos facturaron millones en compilados y dejaron de ser un placer culpable para una nueva generación que los reverenció sin dobleces, mientras que su catálogo pasó a ser un valioso activo para el teatro y el cine. Incluso aquellas piezas menos celebradas de su discografía, porque Voyage, tal como sus ocho antecesores, también es un álbum irregular, con altibajos, grandilocuente y dramático, con ese inigualable sello estilístico en el que conviven el pop barroco y orquestado, los himnos bailables, las baladas melodramáticas, el folclor sueco o celta con sintetizadores, la irresistible combinación de las voces de Anna-Frid y Agnetha, las imágenes a medio camino entre lo sobrecogedor y lo camp.

Y si se trata de contradicciones, Voyage es, además del viaje de regreso, el de la despedida del grupo. La última travesía de los suecos, que han anunciado que tras la promoción de disco y la gira con avatares se volverán a disolver, esta vez oficial y definitivamente.

“Esto es todo”, sentenció Andersson a The Guardian recientemente. “Tiene que ser, ya sabes. Yo nunca me dije a mí mismo que ABBA nunca volvería a suceder, pero puedo asegurarlo ahora: esto es todo”. ¿Será así? Lo dirá el tiempo, que en el caso de ABBA pareciera correr a un ritmo distinto que para el resto

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